martes, 9 de diciembre de 2014

GENTE MADURA


Tengo quince años y por lo tanto soy candidata a ser objeto de todo tipo de críticas por parte de los lectores de este periódico. A nuestra edad, los adultos nos tratan como irresponsables, responsables para lo que quieren, como niños, como adultos en un cuerpo de niño, vagos, trabajadores, capaces, tontos, irrespetuosos, correctos. Creo sinceramente que los mayores deben tener un control sobre nosotros, para precisamente no terminar siendo como muchos de ellos.
Desde pequeños nos intentan educar en valores, que son decididamente muy necesarios para que no actuemos como animales de mayores. Pero es realmente imposible que animales nos enseñen esos valores si ellos mismos son los que no los respetan. ¿Qué podemos esperar de personas adultas, con hijos y familia que se llaman por teléfono y deciden que el mejor plan para un domingo es quedar para pegarse antes de un partido? Como hombres, pero no hombres de esta era, si no hombres de la prehistoria.
Es terrible que un hombre muera, sobre todo de una manera tan absurda. Pero también resulta absurdo que todo un país esté pendiente de este tipo de cosas y no de que miles de personas mueren de ébola desde hace meses, cuando solo nos hemos dignado a preocuparnos por ello porque podía tocarnos a nosotros. Es absurdo que en España haya una cantidad desorbitante de personas que no tienen casa para pasar la Navidad (ni el resto del año). Es terriblemente absurdo que tengamos que estar viendo las portadas llenas de idioteces, de corrupción, es decir, de la estupidez humana que nos rodea.
No digo que debamos dejar de lado algo como lo que ha ocurrido, si no que nos demos cuenta de que si los chavales no tuviéramos que ver estas cosas, quizás esto no ocurriría dentro de cinco años en otro partido igual. Que probablemente dentro del grupo que quedó ese domingo había más padres y también estoy segura de que esos padres les dicen a sus hijos que no está bien pegarse y menos quedar expresamente para ello. Exactamente ellos, ellos mismos fueron los que quedaron como chavales de 16 años para pegarse en un parque, con tan mala suerte de que uno muriese.
Después están los que dicen que el fútbol está vinculado a valores de solidaridad y de amistad e intentan disimular diciéndonos por la televisión que esos altercados no están relacionados con los clubes o con el deporte en general, y que no eran ellos los culpables. Evidentemente, no son ellos culpables directamente, pero cuando un deporte o cualquier cosa relacionada hace que se llegue a este punto, al punto de que la vida de una persona acabe, entonces debemos preocuparnos y pensar que se nos están transmitiendo valores de una manera bien extraña...